Corvo
Descubre con nosotros la geografia de la Isla de Corvo, la isla más pequeña de las Azores que tiene solo 6,24 km de largo y 3,99 km de ancho máximo.
Descubre con nosotros la geografia de la Isla de Corvo, la isla más pequeña de las Azores que tiene solo 6,24 km de largo y 3,99 km de ancho máximo. Su superficie ovalada y alargada en dirección norte-sur ocupa un área de 17,1 km2 y tiene 430 residentes (datos de 2011). Corvo forma, junto con la isla de Flores, que está a una distancia de 17,9 km, el grupo occidental de las Azores. El punto más alto de la isla, a 720 m de altitud, está situado en la zona de Estreitinho, a 39°41’58’’ de latitud norte y 31°06’55’’ de longitud oeste.
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El navegador Diogo de Teive debió de avistar Corvo por primera vez en 1452, en la misma altura en que se descubrió Flores. Debido a su dimensión, el pequeño territorio no despertó la atención de los pobladores de las Azores. Su estado natural se altera a mediados del siglo XVI cuando el capitán donatario Gonçalo de Sousa envía un grupo de esclavos a Corvo, probablemente provenientes de Cabo Verde, con la tarea de cultivar la tierra y crear ganado. Hacia 1580, un grupo de colonos de Flores aumenta la población local.
La vida de Corvo transcurre serena, guiada por los ritmos de la agricultura, pesca y ganadería, para garantizar la subsistencia de la comunidad. Pero al contrario de lo que se espera, la localización geográfica de la isla permite superar su aislamiento. De hecho, Corvo define la línea fronteriza que reúne a las Armadas portuguesas que allí reciben a las naves provenientes de los diferentes puntos del imperio portugués y español y, a partir de ahí, acompañarlas de manera segura hasta Europa continental. El aislamiento se quiebra al final del siglo XVI y también durante todo el siglo XVII, por la frecuente llegada de corsarios y piratas que llegan para saquear y hacer rehenes. En Corvo encuentran una valiente resistencia, siendo histórica la derrota que en 1632 sufren los piratas berberiscos, del norte de África. Reza la leyenda que los habitantes de Corvo tuvieron la ayuda, en esta dura y desigual batalla, de la patrona Nossa Senhora do Rosário, que “desviaba todos los tiros mandados por los piratas y los devolvía, multiplicados, a los barcos de los moros, consiguiendo derrotarlos”. Desde entonces, se conoce a esta santa como Nossa Senhora dos Milagres.
La valentía de los habitantes de Corvo se vuelve a demostrar en 1832, cuando un grupo se dirige a Terceira, para pedir que se rebaje el pago al donatario de la isla y a la corona. El ministro del rey D. Pedro IV, Mouzinho da Silveira, que se encontraba organizando la lucha liberal en Angra, se muestra impresionado con la esclavitud vivida por los habitantes de Corvo. Propone que se anule el impuesto en dinero y se reduzca a la mitad el pago en trigo. Ese mismo año, a la localidad se le concede la distinción de villa y es nombrada sede del municipio, pasando a denominarse Vila do Corvo.
En los siglos XVIII y XIX llegan a la costa de las islas del grupo occidental los balleneros americanos. Algunos habitantes de Corvo son reclutados para la caza del cachalote y se ganan la reputación de valientes arponeros. En 1864, Corvo tiene casi 1100 habitantes pero la reducción demográfica será, desde ese momento, cada vez mayor. Entre 1900 y 1980, Corvo pasa de 808 habitantes a 370, reducción provocada principalmente por la emigración a Estados Unidos y Canadá.
La inauguración del aeródromo de Corvo, en 1983, será crucial para la modernización de las estructuras de Corvo. En 1991, el establecimiento de las rutas aéreas con Flores, Faial y Terceira fomenta la plena integración de la isla en la dinámica del archipiélago. La actividad agropecuaria, centrada en la cría de ganado bovino es el pilar básico de la economía local.
Toda la isla de Corvo corresponde a un edificio volcánico principal, con una caldera en su cima (llamada Caldeirão) y con cerca de veinte conos volcánicos secundarios en los flancos y en su interior. Se trata de una isla-volcán, la única del archipiélago con estas características.
En el paisaje de Corvo predomina el verde de los pastos y los muros de piedra oscura que dividen las propiedades. Aquí y allí se ven “pajares” de paredes de basalto, usados para guardar los aperos del campo y el forraje. El paisaje tiene poca densidad forestal, se ven algunos ejemplares de brezo y cedro endémico (que se llaman zimbros en el lugar) y hay varios pomares con árboles de fruta, en especial en la zona este de la isla. En los alrededores de Vila do Corvo, la única localidad de la isla, los campos agrícolas marcan su presencia.
Para contribuir al desarrollo socioeconómico de la isla y sus gentes, centrado en la conservación de su patrimonio medioambiental y cultural, se creó en 2007 la Reserva de las Biosfera de Corvo.
Caldeirão es el principal elemento paisajístico de la isla y es el resultado del colapso del volcán central de Corvo. Esta caldera volcánica tiene una forma elíptica, con un diámetro máximo de 2,3 km y una profundidad de 305 metros. Su interior lo ocupa una laguna poco profunda y varios conos volcánicos de pequeña dimensión que recortan la masa de agua y que muchos dicen que hace el dibujo de las islas azorianas. Del mirador de Caldeirão es posible observar esta vasta depresión volcánica y disfrutar de la calma silenciosa que caracteriza este lugar remoto de Europa.
Vila do Corvo está implantada en una fajã lávica, que es la principal superficie llana de la isla y que tuvo su origen en lavas basálticas emitidas desde el Morro da Fonte, un cono de escorias sobre la localidad. La colada que forma esta fajã se ve mejor a lo largo del litoral, en concreto como lava cordada. Estos cordones se encuentran entre el Portinho da Areia y Ponta Negra y tienen su expresión submarina (los llamados caneiros), lugar elegido por los buceadores que van a la isla. El último episodio eruptivo en esta isla fue precisamente en esta fajã, de 80.000 a 100.000 años atrás, y formó la colada lávica basáltica que se desarrolla desde la zona de Pão de Açúcar hasta el Alto dos Moinhos.
Toda la isla está rodeada de acantilados altos y abruptos, principalmente en los sectores oeste y norte, debido a la fuerte erosión marina a la que está sometida y a la naturaleza detrítica de sus productos volcánicos. Esta erosión origina importantes desmoronamientos y pone al descubierto numerosos filones basálticos que cruzan las formaciones encajantes, dando origen a una red densa, compleja y caprichosa de formas intrusivas.
Una excursión en barco alrededor de la isla es una experiencia inolvidable, revelando sus zonas más inaccesibles, permitiendo observar paisajes maravillosos y un gran número de aves marinas y algunos vertebrados marinos como delfines o ballenas.
Vila do Corvo, la única localidad de la isla, es un entramado de calles estrechas, para protegerse de los vientos fuertes que son frecuentes en la isla. La calzada de piedra oscura está rodeada de casas pintadas de blanco, pero también hay ejemplares de casas con paredes de basalto negro. El Largo do Outeiro es el centro de la localidad, donde lugareños y visitantes se reúnen alrededor de los bancos de piedra para compartir episodios del día a día o historias de otros tiempos. La iglesia matriz dedicada a Nossa Senhora dos Milagres, tiene una fachada orientada hacia el océano. Erigida en 1674 y reconstruida en el siglo XVIII, aloja en su interior una imagen de la patrona de la isla, de origen flamenco.
En el Alto dos Moinhos, junto a Ponta Negra, pequeños molinos de viento adornan la costa. De tronco cónico, pintan de blanco el horizonte de la costa, dominado por el azul marino y, a distancia, por el perfil de la isla de Flores. Un mecanismo hace rodar la cúpula de madera, para que la vela acompañe la dirección del viento. Estas construcciones son ejemplos vivos de la importancia que la producción del trigo y del maíz tuvieron en la isla.
Las cerraduras de madera, todavía hoy fabricadas por artesanos de Corvo, simbolizan la vida de una isla pacífica, donde todos se conocen. Además de útiles, representan la obra artesanal más distintiva de Corvo. Las mujeres se dedican a los trabajos de encaje, bordados y obras hechas a partir de conchas.
El Centro de Interpretación Medioambiental y Cultural de Corvo, recientemente edificado aprovechando casas típicas de la localidad, es un lugar de paso y de visita obligatoria. En esta moderna infraestructura, además de una amena y relajada conversación, se puede apreciar y aprender más sobre la isla y sus peculiaridades y sobre sus gentes y sus vivencias.
Apesar de la reducida población, la Fiesta del Espíritu Santo se mantiene viva en el colorido imperio de Vila do Corvo, de 1871. El 15 de agosto, verbena y ceremonias religiosas se unen para las conmemoraciones en honor a Nossa Senhora dos Milagres. Formando parte de la fiesta de la patrona de la isla, el Festival de Moinhos une bandas de otros parajes a la filarmónica local, para un par de días llenos de animación. El fin de las fiestas de verano, ya en septiembre, está guardado para la fiesta que hay tras la procesión en honor a Nossa Senhora do Bom Caminho.
La gastronomía local se basa principalmente en la frescura de los productos del mar y de la tierra, destacándose el pescado y el marisco.
El pan de maíz que se produce localmente es el acompañamiento de platos típicos como las tortas de erva do calhau. Esta planta es una especie de alga marina que se coge en las rocas junto a la costa, de la que se saca el agua salada. Después de cortada, se añade a huevos batidos y a harina para hacer pequeñas tortillas que se fríen en manteca.
En la receta de couves da barça, también conocida como col y cochinillo, se ponen a remojo la carne salada de cerdo en la víspera de la confección. Cocidas junto con col picada, patata, cebolla y ajo, se sirven con batata y pan de maíz.
Muy apreciado, el queso artesanal de Corvo tiene una cura mínima de 60 días. De pasta semidura y color claro, tiene un sabor persistente, con un ligero toque picante.