Descubre con nosotros la geografia de las nueve islas del archipiélago de las Azores, que son todas de origen volcánico y se localizan en pleno Atlántico Norte, dispersas en una franja de cerca de 600 km de extensión de Santa María a Corvo, entre 37° y 40° de latitud norte y 25° y 31° de longitud oeste.. Residen 246.772 personas (datos de 2011) en este territorio insular de 2.325 km2, que está a una distancia de 1.600km del continente europeo (Portugal) y a 2.454 km del continente americano (Canadá).
Las islas del archipiélago se dividen en tres grupos geográficos: el grupo oriental, compuesto por Santa María y San Miguel, el grupo central formado por las islas de Terceira, Graciosa, San Jorge, Pico y Faial, y el grupo occidental compuesto por las islas de Corvo y Flores. Las Azores, junto con los archipiélagos de Madeira, Canarias y Cabo Verde definen la región biogeográfica de la Macaronesia, designación que significa “islas afortunadas”, para quien las habita, y las visita.
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Según la leyenda, hay quien asocia las Azores a la Atlántida, mítico reino insular citado por Platón. Históricamente, se encuentran alusiones a nueve islas en posiciones aproximadas a las azorianas en el océano Atlántico en libros y mapas cartográficos desde mediados del siglo XIV. Pero es con la epopeya marítima portuguesa, liderada por el Infante D. Henrique, con la que las Azores entran definitivamente en el mapa de Europa. Se desconoce si fue Diogo de Silves, en 1427, o Gonçalo Velho Cabral, en 1431, el primer navegador que llegó al archipiélago. El origen del nombre Azores también es objeto de varias teorías. La más divulgada relaciona su designación con las aves encontradas en las islas, los ratoneros, que se confundieron con otra ave de rapiña: el azor. Lo que es cierto es que el Infante D. Henrique impulsa el poblamiento de las islas. Primero al introducir animales, entre 1431 y 1432, y después al enviar colonos, a partir de 1439.
Desde entonces, la población se extiende a lo largo de los siglos XV (grupos oriental y central) y XVI (grupo occidental). Judíos, moros, flamencos, genoveses, ingleses, franceses y esclavos africanos se unen a la gente de Portugal continental para enfrentarse a los duros obstáculos de esta tarea.
Esta épica empresa forja un pueblo que, a lo largo de siglos, resiste a erupciones volcánicas y terremotos, al aislamiento, invasiones de piratas, guerras políticas, enfermedades contagiosas. La resistencia al dominio español en la crisis de sucesión dinástica de 1580 y el apoyo a la causa liberal en la guerra civil (1828-1834) muestran la valentía de los azorianos. Ya en el siglo XX, esta bravura sobrevive en la epopeya ballenera, cuando los hombres se lanzan en pequeños botes de madera a enfrentarse, en el inmenso mar azul, a los gigantescos cachalotes.
Localizada en la zona de interacción de las placas tectónicas euroasiática, norteamericana y africana, las islas del archipiélago de las Azores son todas de origen volcánico. A lo largo de los milenios, erupciones y seísmos generaron un territorio con una característica común: la marca del volcán. Pero cada isla tiene una identidad propia: los fósiles de Santa María, las lagunas de San Miguel, las grutas de Terceira, los conos de Graciosa, las fajãs de San Jorge (lenguas de tierra en el mar de origen volcánico), la montaña de Pico; el volcán de Capelinhos en Faial, las cascadas de Flores y el Caldeirão de Corvo (la caldera del volcán, donde se encuentra un lago), son huellas inconfundibles. Viajar por las Azores es conocer nueve islas donde el mismo código genético acabó generando trazos distintivos.
La larga lista de parques naturales, áreas protegidas, especies de flora y fauna protegidas, reservas forestales, geopaisajes y lugares de interés geológico, es la garantía de la defensa de un legado natural inestimable. Como reconocimiento de este esfuerzo, las Azores están consideradas un santuario de biodiversidad y de geodiversidad, y es uno de los mejores destinos para la práctica del Turismo de Naturaleza.
La expresión “rodeado por la naturaleza por todos los lados” podría ser usada para caracterizar la Región de las Azores. El archipiélago ofrece condiciones únicas para el desarrollo del turismo de naturaleza, gracias a su patrimonio natural único, que ha tenido influencia en un patrimonio arquitectónico y cultural de rasgos propios. Esta herencia ha sido preservada y clasificada e incluye la biodiversidad marina, la flora y la fauna, cavidades volcánicas y geopaisajes, parques y jardines botánicos, así como otros recursos naturales exclusivos de cada isla. Toda esta bio y geodiversidad, junto con las ciudades y aldeas tradicionales de las Azores, presentan oportunidades únicas para el turismo de naturaleza.
Ejemplos de las riquezas que hay para descubrir son las rutas turísticas temáticas, como las dedicadas al vino, volcanes o termalismo, senderos por deslumbrantes paisajes naturales, buceo y fantásticos campos de golf con vista al mar y la montaña. Lugar ideal para disfrutar de experiencias distintas en el ambiente rural, las Azores son también un escenario para otras actividades que no se pueden perder, como el geocaching, avistamiento de cetáceos, observación de aves, buceo, senderismo y barranquismo.
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Las Azores han intentado afirmarse como islas de calidad y excelencia, donde aquello que es genuino y distintivo marca la diferencia y se impone en un mundo globalizado, y contribuye a la valoración de su patrimonio natural y cultural. La clasificación de la UNESCO del centro histórico de la ciudad de Angra do Heroísmo y del Paisaje Vitícola de la isla de Pico como Patrimonio Mundial de la Humanidad son importantes reconocimientos. Tal como la clasificación de las islas Graciosa, Corvo y Flores como Reservas de la Biosfera.
En otros frentes, el archipiélago se afirma como destino turístico de excelencia y respetuoso con los valores medioambientales y socioculturales. Así lo atestiguan iniciativas y premios nacionales e internacionales, como la elección de la laguna de Sete Cidades y del paisaje vitícola de la isla de Pico como Maravillas Naturales de Portugal, o el título de “segundas mejores islas del mundo desde el punto de vista del turismo sostenible” donde, además de la simpatía de la población, se ensalza la preservación medioambiental y un desarrollo turístico armonioso. El Geoparque Azores integra desde marzo de 2013, la Red Europea y Global de Geoparques bajo los auspicios de la UNESCO.
En el conjunto de iglesias, conventos, casas solares y rurales repartidas por el archipiélago, se aprecia el baile cromático de las paredes de mampostería blanca y la sillería de basalto, ignimbrita y traquita. Molinos de viento y aceñas, balcones de hierro forjado, hornos y chimeneas, calles, callejuelas y callejones estrechos y casas de paredes de piedra oscura, son otros elementos típicos de las islas. Angra do Heroísmo, en Terceira, es un depósito de la identidad arquitectónica de las Azores, intensificado por los colores fuertes de las fachadas.
A través de variadas colecciones etnográficas, los museos azorianos reflejan una historia unida al cultivo de la tierra, cría de animales, artesanía y pesca. La caza a la ballena gana una dimensión especial en las islas de Pico y de Faial, con los vestigios y relatos de una época protagonizada por hombres valientes. El espolio de arte sacro llena las salas de exposición de los museos, pero gran parte del valor artístico permanece en el interior de las iglesias.
A lo largo de los siglos, el pueblo azoriano ha manifestado una gran consciencia política que ha ayudado a modelar personalidades ilustres, como el primer presidente de la República de Portugal, Manuel de Arriaga, o su sucesor, Teófilo Braga. La tradición de activismo social se ha mantenido, adornada con las dotes poéticas y literarias, con un cierto lirismo, de Antero de Quental, Vitorino Nemésio y Natalia Correia, o artísticas, de Domingos Rebelo y Canto da Maya.
Flores de escamas de pescado, grabados en diente de cachalote, muñecas de hoja de maíz, miniaturas en corazón de higuera. Cuatro ejemplos del ingenio azoriano para aprovechar los recursos naturales para fines artesanales. En la cerámica, telares y bordados, los colores vivos se unen al blanco para componer dibujos singulares.
Herencia de los tiempos de los pobladores, la guitarra local (viola da terra) se sigue tocando y construyendo en muchos lugares del archipiélago. Actualmente, los conservatorios azorianos ya enseñan a tocar este instrumento, que exige una técnica específica.
Los terremotos y erupciones volcánicas que asolaron las islas azorianas a lo largo de los siglos son en el origen de algunas de las tradiciones religiosas que todavía hoy se viven con gran fervor. Los Romeiros (peregrinos) que recorren San Miguel durante la Cuaresma se remontan al siglo XVI: en aquella época, los habitantes pidieron auxilio divino para aplacar la ira de la Naturaleza. Como pago por las promesas oídas, estas romerías han sobrevivido al paso de los siglos.
El aspecto etnográfico más característico de las Azores, el culto al Divino Espíritu Santo, va de mayo a septiembre y el centro de la fiesta se hace en pequeñas capillas conocidas como Impérios. El carácter católico del archipiélago se extiende a otras fiestas, como la del Señor Santo Cristo de los Milagros, en San Miguel, o las procesiones de los santos patronos de cada pedanía. Frecuentemente, la religión se conjuga con iniciativas de tipo profano, buen ejemplo de ello son las fiestas de San Juan (Sanjoaninas) de Terceira. De los programas festivos constan las verbenas, marchas, conciertos de música, pruebas deportivas náuticas, eventos culturales, ferias de gastronomía, muestras de artesanía e incluso los toros.
El Carnaval, vivido con intensidad e imaginación en varias islas, es un ejemplo del espíritu festivo de los azorianos, con danzas, bailes y desfiles de carnaval. La música forma parte del alma insular y casi todas las pedanías tienen su banda filarmónica. Los cantos con réplica continúan sembrando la alegría entre quien los oye. Y las canciones populares y grupos folclóricos embellecen las fiestas que marcan todo el período de verano.
Además de estas tradiciones seculares, las Azores celebran un conjunto de eventos modernos para evocar el pasado, mirando hacia el futuro. La Semana del mar (Faial), la Fiesta de los balleneros (Pico), la Marea de agosto (Santa María), la Semana cultural de Velas (San Jorge) o la Fiesta del emigrante (Flores) son los puntos altos de un calendario festivo muy completo.
A pesar de que existen trazos comunes en la gastronomía azoriana, el recetario de cada isla presenta siempre características propias.
PESCADO Y MARISCO Atún, chicharros, caballa, brótola de roca, pargo y pez espada son comunes en la cocina azoriana. A la plancha, fritos, guisados, asados, en calderetas o sopas de pescado, destacan por su frescura. A las langostas, cavacos (santiaguiños), centollos y cangrejos se añaden crustáceos como las clacas o las lapas, con Salsa Afonso, a la parrilla, con arroz o açorda (sopa con pan). En San Jorge crecen las únicas almejas del archipiélago.
CARNE La carne de vaca de las Azores tiene indicación geográfica protegida y se encuentra en platos como la alcatra de Terceira, molha de carne o el filete a la moda regional. Los torresmos de molho de fígado (guiso de carnes) y los embutidos son exquisiteces que no se pueden perder: la linguiça es un plato principal cuando se sirve con ñame y la morcilla es una entrada cuando se sirve con piña.
QUESO El queso de San Jorge culmina una tradición de múltiples y sabrosos productos lácteos, en los que manos habilidosas y tiempos de cura son los secretos para un amplio abanico de sabores y texturas que empiezan con el queso fresco, servido con pimenta da terra (pasta de pimiento) como aperitivo y, como postre, pueden servirse con plátano o mermelada de capucho (phisalis), una especie de tomate de sabor exótico y perfumado.
FRUTA Además de plátanos y manzanas, el clima azoriano permite también el cultivo de frutas exóticas como el araçá (un tipo de guayaba) o la chirimoya. La piña y el maracuyá de San Miguel cuentan con un sello de garantía Denominación de Origen Protegida.
DULCES Los dulces de tradición conventual tienen una fuerza especial en el conjunto de pasteles y dulces típicos de cada isla, que sorprenden por sus nombres y sabor.
BEBIDAS En Pico, Graciosa y Terceira se produce vino, ahora a base de nuevas castas y complementando al famoso verdejo. Cerveza, refrescos, vinos licorosos, licores de frutas y aguardientes complementan una oferta variada. El cultivo de té en San Miguel es una nota de exotismo en los placeres de la mesa azoriana.
ESPECIALIDADES En el cocido de Furnas, carnes y verduras se cocinan en una cazuela enterrada en suelo geotérmico. A la fiesta del Espíritu Santo se asocia la tradición gastronómica con la sopa del Espíritu Santo, la Masa Sovada (un tipo de bollo) o el arroz con leche. Los bolos lêvedos (bollo dulce) de Furnas se sirven en cualquier comida y momento del año.