Graciosa
Descubre con nosotros la geografia de la Isla de Graciosa, con 12,5 km de largo y 7 km de ancho máximo, que le proporcionan una forma alargada de noroeste a sudeste.
Descubre con nosotros la geografia de la Isla de Graciosa, con 12,5 km de largo y 7 km de ancho máximo, que le proporcionan una forma alargada de noroeste a sudeste. Los 4.391 habitantes (datos de 2011) se reparten por los 60,66 km2 de la superficie de la isla. Es la isla más al norte de las cinco que componen el grupo central del archipiélago de las Azores y la isla más cercana es San Jorge, a 37 km de distancia. El punto más alto de la isla, con 405 m de altitud, está situado en Caldeira, a 39°01’17’’ de latitud norte y 27°57’59’’ de longitud oeste.
Visita la Isla de Graciosa, en las Islas de las Azores, y descubre este paraiso natural para hacer turismo en Portugal.
El año del descubrimiento de Graciosa es incierto. Se piensa que fue identificada en 1427, junto con las demás islas del grupo central, y que en la década de 1430 se introdujo ganado en la isla, obedeciendo a una orden de la Corona portuguesa. El poblamiento oficial debió de comenzar hacia 1470, probablemente a partir de dos núcleos diferentes, uno liderado por Vasco Gil Sodré, en la zona de Santa Cruz, y el otro liderado por Duarte Barreto, en la zona de Praia. En 1485, Pedro Correia da Cunha es nombrado capitán de toda la isla, fomentando la llegada de nuevos colonos de Portugal continental y también de Flandes. En un movimiento de sur a norte, se van ocupando las llanuras de fértiles suelos del interior. Esta consolidación demográfica beneficia primero la localidad de Santa Cruz, que recibe el título de villa en 1486; seguida de Praia, también conocida como São Mateus, con el título de villa en 1546. La economía local se basa en la agricultura. El trigo y, de manera casi excepcional en el archipiélago, la cebada son las producciones del siglo XVI. Además de la recogida de la orchilla, la vitivinicultura asume cada vez mayor protagonismo, con el aguardiente y el vino locales apreciados y consumidos dentro y fuera de la isla. Las relaciones comerciales se centran en Terceira. Al igual que la isla vecina, Graciosa es atacada y sufre el pillaje de piratas durante los siglos XVI y XVII.
Períodos de sequía y desastres naturales son episodios que marcan la historia de Graciosa, causando un empobrecimiento generalizado. Como sucede en las otras islas, el cultivo del vino sufre un declive notable durante el siglo XIX, debido a la aparición del oídium y la filoxera, enfermedades de las viñas que afectan a gran parte de la producción. Entre las décadas de 1950 y 1970, un brote de emigración a los Estados Unidos empobrece el panorama socioeconómico de la isla. Un movimiento de unión cooperativa para recuperar parte de la tradición y cultura del vino culmina, en 1994, en la creación de la Región Demarcada de Graciosa. Actualmente, la producción de lácteos y carnes es central en la actividad económica de la isla. El terreno dividido todavía produce maíz, productos de huerta y árboles de fruta.
En la década de 1980, la construcción del aeródromo y del puerto comercial de Praia abren nuevas perspectivas de futuro, con Graciosa posicionándose en el camino del turismo sostenible.
La isla de Graciosa, clasificada por la UNESCO como Reserva de la Biosfera, es la segunda isla más pequeña del archipiélago y también la de relieves menos imponentes, con varias zonas llanas y sierras suaves. Pedras Brancas, Serra Branca o Barro Branco son topónimos de la isla relacionados con la presencia de una roca volcánica, la traquita, común en la isla y que, una vez alterada por el paso del tiempo, adquiere una tonalidad blanquecina, por lo que se le da la designación de isla blanca.
Las casas de las cuatro pedanías del único municipio de la isla se extienden tanto a lo largo del litoral como hacia el interior de Graciosa, una característica sui generis en la ocupación del territorio insular, con un profundo impacto en la humanización del paisaje de Graciosa.
La Caldeira de Graciosa es el elemento paisajístico más emblemático de la isla y corresponde a una depresión de colapso de forma elíptica, con diámetros de 1,6 y 0,8 km y cerca de 270 m de profundidad. Esta depresión está en la cima del volcán de Caldeira, el más pequeño edificio volcánico central de las Azores. Subiendo a Furna da Maria Encantada o en la entrada de la caldera por el túnel se tiene una panorámica de toda la depresión y de la abundante vegetación plantada por el hombre: criptomerias, acacias, pinos y pistosporos cubren casi completamente las paredes de la caldera y contrastan con la vegetación de otras áreas de la isla.
En el interior de la Caldeira hay una imponente cavidad volcánica, Furna do Enxofre (‘gruta del azufre’). Comunicando con el exterior a través de dos grandes hendiduras, Furna do Enxofre es una cavidad en bóveda perfecta, con cerca de 40 m de altura en su parte central. El acceso a su interior se hace a través de una torre edificada a principios del siglo XX, con unas escaleras de caracol de 183 escalones. La “catedral” de las cavidades volcánicas de las Azores tiene un lago de agua fría y una fumarola con lama, responsable del olor a azufre, que da nombre a esta cavidad y recuerda su origen volcánico.
A su vez, la Caldeirinha de Pêro Botelho corresponde al único algar volcánico que existe en la isla, con cerca de 37 m de profundidad. Explorado por primera vez en 1964 por la Asociación “Os Montanheiros”, este agujero profundo permite recrear un viaje de Julio Verne al interior de la tierra, pero sólo recomendado a exploradores con experiencia y provistos del equipo necesario.
El Pico Timão es uno de los mayores conos de escorias de la isla de Graciosa y junto con Ponta Lagoa-Arrochela está asociado a la última erupción volcánica de la isla de Graciosa, hace aproximadamente 2.000 años.
El litoral rocoso y recortado de la isla es generoso en paisajes únicos. Los altos y escarpados acantilados de Serra Branca y Ponta da Restinga contrastan con la costa poco elevada de las bahías de Vitória, Folga y de Barra o de Porto Afonso, y merecen una atención especial. El islote de Praia, junto a la única playa de la isla, se destaca del azul marino por el verde que cubre su superficie y recibe la clasificación de Zona de Protección Especial, pues está en la ruta del paíño de Monteiro, la única ave marina endémica de las Azores.
El faro de Ponta da Barca tiene la torre más alta de todos los faros existentes en las Azores y permite una vista deslumbrante del azul del océano Atlántico y de un pequeño islote rocoso esculpido por la fuerza del mar. La luminosidad del atardecer refuerza la naturaleza surrealista del islote de Baleia (‘Ballena’), auténtico símbolo de la isla de Graciosa y de todo un archipiélago transformado en santuario de cetáceos.
La naturaleza y los elementos humanos que componen el paisaje de la isla de Graciosa parecen buscar una convivencia armoniosa. De lo alto del mirador del monte de Nossa Senhora da Ajuda, junto a una capilla sencilla y digna, se pueden ver las casas blancas de Santa Cruz. Al lado, se ven los molinos de viento y las líneas de los muros que delimitan las parcelas de la viña. Antes de bajar al pueblo para contemplar los detalles, hay que fijarse en una curiosa asociación de la invención del hombre y la naturaleza geológica de las Azores: una plaza de toros, milimétricamente circular, edificada en el interior de un cráter volcánico.
Santa Cruz se destaca por las casas típicas y callejuelas de pavimento empedrado, ramificadas a partir de la amplia plaza central, donde se destaca el quiosco, los tanques de agua salobre y las araucarias. La iglesia Matriz del pueblo tiene su origen a finales del siglo XVI pero una reconstrucción más tardía dejó marcas barrocas. El patrimonio arquitectónico de la isla está preservado en varios tipos de edificaciones, donde se destacan iglesias, ermitas, casas rurales, molinos de viento y una curiosa “arquitectura del agua” asociada a una centenaria red de depósitos y sistemas de abastecimiento de agua potable. Guadalupe, Luz y Vitória son sitios para visitar con los sentidos despiertos. En Praia, cortinas de encaje miran detrás de los cristales, barcos de pesca dan color al puerto y los lugareños saludan al visitante. Molinos recuperados magnetizan la mirada, fruto de los colores vivos de puertas y ventanas. Por dentro, están preparados para servir de vivienda temporal, como ejemplo paradigmático de un turismo que aprovecha el patrimonio.
La tradición de las desgranadoras se mantiene viva en las ya escasas “burras” de maíz, que se encuentran a los lados de la carretera. En Limeira, hay quien pone las mazorcas a secar en esta construcción de cuatro “patas” y forma triangular; molidos los granos, con la harina de hace el pan de maíz, cocinado y consumido dentro de casa.
En la Asociación de Artesanos de la isla de Graciosa, en Santa Cruz, se abre la puerta para mostrar los métodos usados en los bordados a mano en lino, hechos con un punto muy antiguo y característico de la isla.
El museo de Graciosa cuenta con seis núcleos expositivos y tiene un importante fondo de etnografía local. Muestra actividades tradicionales como la agricultura, la viña, la producción de cereal, la caza de la ballena y oficios antiguos, recurriendo a la exposición de equipos, utensilios y documentos históricos. El núcleo central muestra el interior amueblado y decorado de una casa típica de Graciosa. Colecciones de monedas, postales, periódicos y fotografías, entre otras, completan el fondo del museo.
Graciosa tiene su expresión festiva en los bailes populares, conciertos de filarmónicas, celebraciones de las fiestas patronales de las pedanías, o en los famosos Bailes de Carnaval. Danzas y modas tradicionales se mantienen vivas gracias a una pasión por la música de la población, que se extiende a lo largo del año y tiene una gran aliada en la Academia Musical de la isla de Graciosa. En la semana de Carnaval, las diferentes colectividades de la isla organizan desfiles de foliões, que bailan vestidos con máscaras y disfraces originales.
La Fiesta del Señor Santo Cristo de los Milagros, en agosto, asocia al componente religioso otro tipo de manifestaciones: espectáculos musicales y grupos folclóricos animan las calles históricas de Santa Cruz. Como en el resto del archipiélago, las Fiestas del Espíritu Santo están muy arraigadas en la isla y se hacen de mayo a septiembre.
El pescado fresco del mar generoso de las Azores se sirve tradicionalmente en caldereta o al horno. El ajo y el melón de Graciosa han alcanzado un estatuto gourmet y son productos importantes para algunas recetas.
Pero el producto característico son los pasteles que se llaman como la isla: las Queijadas de Graciosa, inspiradas en la receta centenaria de las covilhetes de leite (pasteles de leche). La confitería local, amplia y sabrosa, propone también cavacas, escomilhas, capuchas, pasteles de arroz o encharcadas de ovos.
El vino de Graciosa, de la casta verdejo, aguantó la devastación de la filoxera. Actualmente, recurriendo a otras castas, los blancos producidos en la región con denominación de origen son buenos compañeros de la gastronomía regional. El aguardiente y los vinos de aperitivo complementan el abanico de bebidas autóctonas.